inestablemente artificial

A la noche, cuando la luz del sol brilla por su ausencia, el miedo y la inseguridad ridícula se apoderan de mí. Pero prendo todas las luces de la casa, incluyendo las de afuera, y entonces me siento bien. Puedo andar por ahí pululando sin miedo a que algún humanoide grisáceo con bata blanca y pelo alborotado salte sobre mí. Puedo andar tranquilamente sin la sorpresa de encontrarme con que algún horrible monstruo o loco asesino se este acabando mi ración de cereal en la cocina.

Pero está esa luz en medio de mi cuarto, la que centellea constantemente y baja su intensidad de vez en cuando para divertirse un poco con mi cordura. Y es estúpida y la odio. Y tomo una de mis botas y se la arrojo con todas mis fuerzas, como cuando la puerta de tu casa está cerrada y tú quedaste afuera y entonces la azotas como si tu vida dependiera de ello, o algo típico como eso. Y miles de cristales salen despedidos por los aires, junto con unos últimos destellos y un estruendo digno de una película, me maravillo, me quedo embelesada mirando como la lluvia centelleante se extiende sobre mí… y como ese estruendo sigue... y se oye un sonido de electricidad que no puede indicar nada bueno. Todas las luces parpadean, se vuelven inestables, todo en unos segundos. Y mi cara decae, que estúpida he sido.


Estúpida, estúpida, estúpida.



El espectáculo de luces y centelleos inestables termina, y todo queda en penumbras. Eso no es nada bueno. Extiendo mis brazos, buscando a tientas nada, en realidad. En medio de mi desesperación, intento pensar con cordura, qué debo hacer, qué debo hacer… Y tengo un instante de lucidez en medio de mi desconcierto: lo primero, J, es buscar la forma de prender una luz…


― Sí, pero mis lámparas se quedaron sin batería la ultima vez que estuve sin electricidad, al igual que mi provisión de velas se acabó ―me respondo a mí misma.

Y escuchar mi voz, y solo el eco de esta. Me hace enloquecer, no puedo mas, no veo nada. Odio la oscuridad, odio la oscuridad.

Y me derrumbo, me hago un ovillo y abrazo mis rodillas. Odio la oscuridad, odio la oscuridad.

Fue mi culpa, yo y mi ataque de ira hacia un foco inocentemente inestable dejamos el resto de la casa en penumbra total. Aunque de todas formas esas luces artificiales se apagaron con demasiada facilidad. Y así es mi facilidad de que las odie, estúpida, estúpida, estúpida, por débiles, por que necesito culpar alguien más y esas luces potencialmente artificiales y débiles son un blanco fácil. Odio la oscuridad. Odio la oscuridad.

5 comentarios:

Anaid 01 dijo...

me encanto...
te APOYO en eso
fantastica tu manera de escribr

# Javi Hornig.~ • dijo...

Me gusta como escribes ^^
te sigo C:

Lu.- dijo...

Me encanto :)

Mel Reed ϟ dijo...

Hola Aidé
Pues aqui de paso por tu rincon ya ves como siempre.
Pues es raro, por que he tenido pesadillas las ultimas noches y me aterra la oscuridad ahora, no quiero dormir por temor eso me pone histerica, sin duda algo que comparto contigo en ese escrito.
Mas sin embargo, dormir es una necesidad que tengo ahora, maldito y traicionero cuerpo humano.

Con Cariño
Mel
XX

Anónimo dijo...

Me encanta, he sentido el miedo a la oscuridad muy dentro de mi a pesar de que mi habitación está llena de luz natural. Y además la música lo hace todo más real.
Muchas gracias por pasar por mi blog.
Un beso :)