Lluvia... -O2-

El perfecto ejemplo de un Deja vu es… ahora.
De nuevo sola y a la intemperie, de nuevo comprimida y temblorosa… de nuevo bajo esta frágil sombrilla, resguardándome de la lluvia, apretujada y presa del miedo. Y me pregunto, si tanta fobia me da, si tanto me quejo de que me nubla la vista y lo distorsiona todo a mi alrededor… ¿por qué sigo llendo directo hacia ella?
Es inevitable, cuando menos me doy cuanta… ya estoy en el ojo mismo de la tormenta. Yo misma soy un deja vu.
Tiembla, tiembla, tiembla.
Acurrúcate.
Baja un poco más la sombrilla, eso, así.
Y siento la lluvia recorrer mi rostro, claro, se coló por la sombrilla… sabía que no resistiría, lo sabía.
¿Pero que es esto? La lluvia baja muy lentamente y en pequeñas cantidades por mis mejillas, es calida… muy calida. Y las pequeñas gotas de lluvia llegan a mis labios, son saladas. Y la sombrilla sigue intacta.
Me seco el rostro con el torso de la mano y aunque mi mano se humedece, no me desintegro. Entonces se me ocurre que tal vez…
Mi mano se abre camino hacia fuera de la seguridad de la sombrilla, lentamente veo como mi mano sigue y sigue avanzando… y yo sin poder detenerla, tiene voluntad propia, claro que sí, y es muy estúpida, ¿es acaso que no ve el lío en el que se está metiendo?, ¿lo peligroso que es esto? Pues parece que no, ella avanza ‘firme’, mas temblorosa que nada, directo a su condena. Y yo no puedo hacer nada, y ella… ya está fuera de la sombrilla… siendo atacada cruelmente por las aquellas dagas punzo cortantes ocultadas bajo una apariencia delicada y pura… la lluvia, la vil y sucia lluvia.
Todavía no me desintegro.
Recobro el control en mi brazo, así que lo recojo rápidamente, temblando sin cesar. Y aguardo. Cerrando fuertemente los ojos, apretando la quijada, aguardo la hora de mi muerte… me quedo esperando a que mi cara se comience a distorsionar y mi cuerpo entero se derrita lentamente, o bien, comience algún extraño proceso de auto combustión y de un segundo a otro, está reducida a cenizas… y que solo queden mis ojos y dentadura encima del montoncito polvoriento, o nada.
Pero no sucede.
Así que extiendo de nuevo mi mano, pensando en alguno de esos juegos macabros en los que arriesgas tu vida, total, yo no tenía mucho las de perder… pero esta vez, miles de sensaciones estallan en mi cuerpo, mientras en mi mano comienza un hormigueo dulce y… alegre, siento desde lo mas profundo de mis entrañas como algo grueso se cuece, muy probablemente aquellos frijoles muy temprano en la mañana no hayan sido la mejor idea de mi vida, lo mismo da, la cosa extraña se abre paso hacia arriba, recorriéndome con suavidad… casi como si burbujeara, grandioso. Sube, sube y sube, se atora un momento en mi pecho donde vibra, se restriega y ronronea, y sigue su nauseabundo paso a través de mi garganta… hasta salir y ver la luz. Ahí es donde se descubre, y estalla en forma de una carcajada.
La mas estruendosa, escandalosa, vibrante, enfermiza, empolvada y vivaz carcajada que recuerdo haber tenido en mi vida.
El aire me arranca la sombrilla de la mano, y yo no hago nada, dejo que se aleje, la dejo irse, lejos, muy lejos, lejos.
El agua se estampa de lleno en mi cara. La risa disminuye un momento, sin apagarse del todo ni un instante… solo en lo que pienso. El miedo me invade rápidamente, agua, desprotegida, sola, lluvia, distorsión, desintegración. Y me quedo firme. No se que hacer, no se qué esperar… esperar a derretirme ¿de nuevo? Qué esperar, qué esperar.
Mantente firme, no te muevas… tal vez si no te mueves, el agua ni te note.
Pero si me nota. Y me moja hasta el cerebro.
Y me recorre lentamente, empapándolo todo a su paso… y yo no hago nada. Y es calido. Y me gusta.
Y extiendo ambos brazos, como si fueran un par de alas, como si estuviera a punto de emprender vuelo, virando mi frente hacia el cielo. Mi lluvia interna se mezcla con la lluvia externa, siguiendo su camino, escurriendo lejos de mí.
Y le doy rienda suelta a las carcajadas, que esta vez se liberan con seguridad… casi como un cántico. Dejando atrás sus tonalidades demenciales. Y entonces puedo bailar, puedo brincar y abrir la boca y probar la lluvia, puedo girar hasta caer, puedo rodar… Y no me importa, me siento bien. Arde, y se siente bien.
Creo que… la lluvia no es tan mala, después de todo.
(A menos que al final de todo, sí me desintegre).
...

7 comentarios:

Mel Reed ϟ dijo...

Querida Aidé:
Recuerdo hacer eso, soltarme y jugar debajo de la lluvia, siempre lo hacia de pequeña.
Aun lo hago.
No importa el preci a pagar (incluso si me llegara a desintegrar) siempre sera mejor morir por un pequeño placer, que vivir viendo como los demas vivien, lo que tu no quieres vivir.

Mel
XX

Gnomish dijo...

Sin duda, la lluvia es una gran fuente de inspiración ^^ Puede crear paisajes preciosos, pero también dramáticos. Gran texto ^^

Ana Arcia dijo...

Querida princesa visitante de Nuktaé, planeo atraerte a mi mundo mágico y arrastrar contigo esas carcajadas que describes arribita. Yo amo la lluvia y aunque me cause una tos terrible, sigo caminando bajo ella hasta enefermar de gravedad... pero como es algo que disfruto, que me encanta, no me importan las consecuencias.
Como siempre, me voy de tu reino admirandote y amando tus palabras. Te quiero.

A.nonymous™ dijo...

¡A mi me gusta la lluvia y el olor a tierra mojada pero no mojarme! Me gusta sentir el viendo en mi cara y las pequeña brisna de la lluvia. Lo único malo es que después comienza a dolerme la garganta y a veces, el que llueva baja mi ánimo.

TE QUIERO AIDÉ!(: Love your blog!<3

Dry dijo...

Precioso igual que cada uno de tus textos, me quede sin palabras.

Emilia Silva dijo...

Tu blog está excelente, me gustaria enlazarte en mis sitios webs. Por mi parte te pediría un enlace hacia mis web y asi beneficiar ambos con mas visitas.

me respondes a munekitacate@gmail.com

un abrazoo

Cathe

Reindeershorns dijo...

argh me encanta tu blog