Y es que ya no hay vagabundos esperanzados, con sus carteles improvisados colgando sobre su pecho, no, no, tampoco los canales brindan sus espacios a la media noche a los guerreros (y embusteros) religiosos para que difundan su mensaje de salvación (ya ni canales hay, hermano); Las iglesias están ahí ya solo como refugios (pero refugios vacíos, carnalito). Ahora sí ya se los cargó el payaso, muchachitos. Ha llegado el fin de la música (¿música?); El fin del arte (¿arte?); El fin de los libros (por favor…); El fin del amor (¿te refieres a la sazón especial de los platillos de mamá?) y, en general, el fin de nuestro tiempo, ya no nos queda tiempo (pero si tenemos todo el tiempo del mundo, ¡hombre!)… pues que ya no le queda tiempo al tal Mundo. La salvación corre descarriada por las calles, entre cenizas, autos y escombros, ¿será nuestro último aliento? ¿nuestro último te quiero? ¿nos salvará la última mirada de compasión que nos encontremos?
Es que yo no sé, güey, yo nada sé, hermano. Yo solo sé que no cené.
4 comentarios:
Qué genial eres, tú.
(me gusta el nuevo diseño. bonito, sí.)
Un buen texto. Muy dinámico. Beijinhos.
En dos palabras: im-presionante. Eso sí, yo sigo sin acostumbrarme al "güey" Jaja
Menuda explosión de contradicciones realistas, y por desgracia pronto será lo único que nos quede: el recuerdo de tenerlo todo y la fatalidad de perderlo.
Yo no sé escribir como los demás que te comentan, yo escribo cosas mafufas y caguengues igual que las que escribo todos los días de mi vida, pero cuando te leo, en serio lo único que quiero decir es TEAMO! AJAJA ¡Es que escribes genial!
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