máscaras

Una vez te hice prometer que si un día te llegaba a dar miedo, verdadero miedo, me lo dirías ¿recuerdas?
Se que sí, que lo tenías bien presente, por eso, cuando aquel día por fin llegó, me lo dijiste sin dudar.

― Tuve miedo, J, más miedo del que he sentido en toda mi jodida vida. Vi a otra persona, esa no eras tú ―dijiste.

Pero tal vez si lo era ¿sabes? Tal vez era esa ‘verdadera’ yo. Aquella que siempre está ahí dentro, tratando de salir. Aquella que siempre piensa por mí, cosas que no deberían ser, aquella a la que trato de acallar en mi mente a golpe, gritos y espada. Una que a la menor muestra de oportunidad, sale a relucir, a lo grande. Y tal vez esta sea una máscara, a punto de resquebrajarse, por cierto.
Por eso te aconsejaría que te largaras, que te fueras lejos. Porque no querrás estar cerca de mí el día en que esta mascara por fin termine de ceder, y dé paso a aquello no debería ser, pero que sin embargo… es.


*hoy estoy un poco cansada de mi, de mi y de mis palabras
(quizá mañana también).

5 comentarios:

Marcodefotos dijo...

Y si se va nunca la habrá querido de verdad, simplemente besaba a la máscara, se veía embelesado por el disfraz.
Y es que hay partes de nosotros que ni nosotros conocemos. Puede que quien nos rodea no esté preparado para ver nuestra realidad.
Puede que si.
Un saludo! =)

A.nonymous™ dijo...

Ajá, yo sé que es eso. Lo viví esta semana con las chamacas en la facultad. Pero ya estoy cansada de ese tema, me agrado el escrito.
Andate bien.

Anónimo dijo...

El problema llega realmente cuando no distingues entre la cara y la careta. Finalmente la máscara caerá y sólo habrá un "yo", el impulsivo e inconsciente "yo".

David Cotos dijo...

senti profunda la historia.

Anónimo dijo...

Pues yo hoy he topado con un buen blog.

Seguiré pasando por aquí.
;)